sábado, mayo 20, 2006

Costos de Trabajar en Ingenieria

Los que trabajamos en proyectos sabemos los costos que esta pega tiene. Pero es dificil explicarlos. Yo tuve que pagar hace un tiempo atrás un costo relativamente alto y producto de ese mal estar es que en su momento escribí una carta a mi suporior, con la intension de desahogarme y que el supiera los sacrificios que debemos padecer. Esta carta es la que anexo a continuación:

"Hasta hace poco, no me había planteado dudas respecto a temáticas como la vocación o el profesionalismo. Menos a estas alturas donde hace años ya que tengo un cuadro en la pared alardeando mi titulo de “profesional”. Además estos temas son tratados hasta la saturación en vísperas de entrar a la universidad. Sin embargo, nuevamente la vida marca la gran diferencia entre lo teórico y lo práctico. Cuando esto ocurre, todo lo que se pensaba ya resuelto – y supuestamente bien comprendido – se estremece, tiembla y se desmorona ante una situación real. Una sola jugada maestra, tipo ajedrez, es capaz de remecer todo lo que uno por años se pensó, obligándote a reforzar esta ya vapuleada estructura que ha quedado a duras penas en pie y propensa a desplomarse en cualquier momento.

Más allá de las definiciones teóricas, yo entendía la vocación como un impulso motor. Un deseo, que a lo mejor surge en la niñez o que tal vez viene en nuestros propios genes (como aquel chico que sueña con ser astronauta) y que nos va determinando, a medida que pasa el tiempo, a desempeñar o tomar afinidad con determinadas actividades. Por otro lado entendía el profesionalismo como la toma de conciencia que uno hace de su propia vocación, la aceptación de ésta y el compromiso tácito que uno toma de vivir en función de su vocación. Para ejemplificar: aquel chico que le gusta jugar a la pelota y lo hace por años pero un día se da cuenta que esa es su vocación y que le gustaría eso (el fútbol) para el resto de su vida. En ese momento el chico pasa a ser un futbolista profesional. El profesionalismo no tiene nada que ver con dinero o con un cartón enmarcado. De hecho hay más profesionalismo entre los artistas y deportistas que entre abogados, médicos, ingenieros, etc.

Después de leer el párrafo anterior da la impresión que está todo dicho, eso es lo que creía yo. Pero en toda esta argumentación hay tremendo error, una gran omisión que la hace tan frágil como asegurar que la tierra es plana. Esa omisión es la que descubrí en diciembre producto del trabajo en el proyecto Arauco Valdivia. En efecto, la gente de ingeniería de Arauco (GIC) pidió mis servicios para la semana de la navidad (navidad incluida) y pese a que Sistemas hizo gestiones desesperadas de última hora sólo se consiguió retrazar la llegada a planta para el 25 de diciembre pero igual hubo que llegar a Valdivia el 24 por la tarde, por lo que pase la noche buena sólo en un hotel.

Como me considero un profesional, así como lo entendía hasta es entonces (como se explico en el segundo párrafo) – y aunque dolió bastante asumir el hecho de pasar fuera la noche buena – me acordé de los ejemplos típicos de profesiones absorbentes (médicos, bomberos, etc), saqué fuerzas de flaqueza y desempeñé óptimamente mis labores en Valdivia hasta el 30 de Dic. Técnicamente salió todo perfecto y yo fui felicitado por mi desempeño por la GIC. Sin embargo, pese a los buenos resultados del proyecto yo quedé con un sabor amargo. Una sensación de anestesia general que no pude definir bien hasta que volví a casa. Entonces recién logré comprender lo que ocurría: La noche buena y en especial la de este año tenía características históricas para mi familia y sobre todo para mi madre. Todo los miembros de mi familia habían hecho importantes esfuerzos y planificaciones “de años” para esas fechas y yo, sólo uno más de la familia, producto de una “particularidad de última hora”, hecha a perder todo el esfuerzo de todos. Desde este punto de vista, que yo no había logrado apreciar, mi trabajo, mi profesión es solo un dato anecdótico:
- Y, ¿qué estas haciendo ahora?...
- Estoy trabajando como ingeniero de proyectos de sistemas de control...
- a que bueno, a ti siempre te gustaron los computadores...
Pero resulta que esta “anécdota” echó por tierra el deseo de años de mi familia de pasar una navidad todos juntos. ¿Que pasa con la vocación entonces?, ¿Que tan buen profesional soy si no soy capaz de cumplir con mi propia familia?. Personalmente califico al proyecto Valdivia como al peor proyecto que me ha tocado participar y técnicamente resultó perfecto. Entonces, ¿cómo se explica esta dicotomía?

En la respuesta a la pregunta anterior está precisamente el gran error de lo que yo entendía por vocación y profesionalismo. Esto es, no se puede enfocar estos temas ni explicarlos concentrándose en el individuo aislado sin considerar sus relaciones ni interrelaciones con sus pares. Así como había entendido la vocación y actuando según lo que yo entendí como “profesionalmente”, estaba destinado a quedar solo pues en mi definición de vocación y profesión jamás considere a nadie más que yo mismo. Ahí esta precisamente el error. Las explicaciones del segundo párrafo son solo vistas particulares y segregadas de una verdad mucho más compleja que incluye no solo al individuo sino que a su relación con los demás. En efecto, sabemos que la vocación gratifica a quien la desarrolla. Esta es la forma que usa este impulso motor para potenciarse y crecer hasta que uno lo asume y se transforma en un profesional. Sin embargo, esta gratificación es tal en la medida que, a lo menos, no interrumpa ni afecte las demás relaciones del individuo. En caso contrario, la vocación se transforma en un cáncer digno de extirparse. Lo peor que no es un cáncer que se desarrolle en uno mismo sino que puede desarrollarse en un cercano (madre, esposa, hijos, etc.) sin que, al inicio, uno se de cuenta. Entonces, ¿es sustentable una vocación que afecta a quienes nos rodean?. Lo ideal es que esa gratificación que uno siente producto de su vocación, también la sientan quienes te rodean. Si eso es así, ¡Felicitaciones!. De lo contrario hay que evitar, constantemente, que la vocación se transforme en un cáncer para alguno de los nuestros. Este último es mi caso y creo el de la gran mayoría. El trabajar el 24-25 de Dic. Sembró una semilla de cáncer en mi madre.

Como conclusión de esta amarga experiencia solo me queda recomendarles que nunca hagan nada que pueda dañar su relación con los suyos. Uno siempre es reemplazable y ninguna urgencia es tan urgente. Personalmente, yo evaluaré bien el impacto de cada salida que tenga a futuro y jamás volveré a actuar por lo que estúpidamente pensé “era mi profesión” cuando la verdad es que los valores en ese momento estaban con mi familia. "